"El terror nocturno es una experiencia que, por lo general, se atribuye exclusivamente a la niñez, pero eso no es verdad. El ejercicio de la razón y el pensamiento que trae la madurez no alcanza para suprimir ese compartimiento interior en el que habitan los fantasmas que recorren nuestra historia. Sólo hay, es cierto, diferencias en el modo de enfrentarlos.
Los chicos hacen frente a sus temores por medio de un mecanismo de defensa llamado proyección, algo que les permite expulsar la amenaza y depositarla en el mundo externo.
Por eso sus monstruos estan afuera. Se esconden dentro de los placares, debajo de la cama, o los espían por el espacio que asoma por alguna puerta entreabierta. La oscuridad se transforma en un universo habitado por miles de ojos y de garras, pero basta con taparse la cabeza con la sábana o atravesar a la carrera, con el corazón latiendo hasta las sienes, el enorme recorrido que lleva hasta el cuarto de los padres, para que el peligro quede atrás.
Al adulto, en cambio, no le resulta tan sencillo escapar de los tormentos creados por sus pensamientos. Por que quedan en su mente y ya no hay personas que acudan ante un grito, ni luces que exorcicen a los demonios. Por eso hay noches difíciles en las que la barrera entre la cordura y la locura no parece ser tan firme."
"Los Padecientes" - Gabriel Rolón.
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