A veces, creo que todos vivimos entre paredes. Dos, cuatro, ocho, o mil, pero paredes al fin.
Cada uno tiene sus bloqueos; propios o inculcados.
En ciertas personas, esas que tienen carácter fuerte, esas paredes son ínfimas. Casi ni se notan. Son un “cuidate” o un “ponete un abrigo antes de salir”. Paredes casi inexistentes.
En otras, las personitas mas débiles, las paredes son gruesísimas. La persona esta tan encerrada en un mundo color rosa, de sueños y fantasías, que cuando caíga a la realidad, el golpe va a ser durisimo.
Cuando se de cuenta de que el príncipe azul no era mas que un sapo dizfrasado, no va a saber que hacer. Va a buscar principes de otros colores, de lo que sea. Y ahí va a llegar el sufrimiento. Estos principes irreales, van a acabar con su cuento de hadas. Van a mostrarle la realidad de la manera mas dura posible. Y cuando se quiera acordar, va a estar llorando, llena de moretones imaginarios, y sus paredes, consolando, y diciendo “te lo dije”. Y la persona vuelve a estar encerrada, pero ahora por propia voluntad.
Yo creo que la vida hay que vivirla. Y vivir lleva muchos adjuntos: AMOR y SUFRIMIENTO siempre fueron de la mano. El que no ama no sufre, y el que no sufre no ama.
Entonces, hay que sufrir. Sentir. Vivir. Como cuando eramos chicos y nos decían “no toques el horno que quema” y vos ibas y lo tocabas. Te quemabas, llorabas, y despues ya sabías que no tenías que hacer.
Bueno, la vida es igual. Hay que probar, sentir, tocar, y quemarse. Hay que sufrir, mierda!
Por que ahora ya sabes que no hay que hacer, y si tenes un dedo de frente, no lo vas a volver a hacer.
Quien se quiere quemar dos veces con el mismo horno?
By... Me :)
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