¿Por qué, entonces, estoy triste tan a menudo por lo que pasa aquí?
¿No debería estar siempre alegre, feliz y contenta, salvo cuando pienso en ella y en los que han corrido su misma suerte? ¡Que egoista y cobarde soy! ¿Por qué sueño y pienso siempre en las peores cosas y quisiera ponerme a gritar de tanto miedo que tengo? Porque a pesar de todo, no confío lo suficientemente en Dios. Él me ha dado tantas cosas que yo todavía no merecia, y pese a ello, sigo haciendo las cosas mal...
Cuando uno se pone a llorar; en realidad podría pasarse el día llorando.
Sólo le queda a uno rezar para que Dios quiera que ocurra un milagro y salve a algunos de ellos. ¡Espero estar rezando lo suficiente!
Ana Frank.
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